Topo

Ensino Fundamental

Espanhol - Acentuación

Carolina Valéria Leon Leite

Acentuación

Objetivos

- Desarrollar la acuidad visual para reconocer palabras según la acentuación.

- Adquirir vocabulario en español.

- Sistematizar acentuación.

- Ejercitar la lectura y escritura.

Estrategia

1. Pida a sus alumnos para leer el fragmento del cuento "El Hombre de Plata" de Isabel Allende.

2. Luego, en voz alta, algunos alumnos leen el texto por párrafos.

3. Pida que organicen una tabla de 4 columnas, de izquierda para derecha, con los nombres SOBREESDRÚJULA, ESDRÚJULA, GRAVE y AGUDA.

4. A continuación, pida que completen la tabla según las palabras acentuadas ortográficamente.

5. Cuando terminen, escriban en la pizarra los resultados y corrijan en conjunto, caso haya divergencias, vean las reglas de acentuación para aclarar las dudas.

6. Después, pueden crear nuevas frases con las palabras de la tabla.

¡Buen trabajo!

NIÑA PERVERSA

Isabel Allende


A los once años Elena Mejías era todavía una cachorra desnutrida, con la piel sin brillo de los niños solitarios, la boca con algunos huecos por una dentición tardía, el pelo color de ratón y un esqueleto visible que parecía demasiado contundente para su tamaño y amenazaba con salirse en las rodillas y en los codos. Nada en su aspecto delataba sus sueños tórridos ni anunciaba a la criatura apasionada que en verdad era. Pasaba desapercibida entre los muebles ordinarios y los cortinajes desteñidos de la pensión de su madre. Era sólo una gata melancólica jugando entre los geranios empolvados y los grandes helechos del patio o transitando entre el fogón de la cocina y las mesas del comedor con los platos de la cena. Rara vez algún cliente se fijaba en ella y si lo hacía era sólo para ordenarle que rociara con insecticida los nidos de las cucarachas o llenara el tanque del baño, cuando la crujiente carcasa de la bomba se negaba a subir el agua hasta el segundo piso. Su madre, agotada por el calor y el trabajo de la casa, no tenía ánimo para ternuras ni tiempo para observar a su hija, de modo que no supo cuándo Elena empezó a mutarse en un ser diferente. Durante los primeros años de su vida había sido una niña silenciosa y tímida, entretenida siempre en juegos misteriosos, que hablaba sola por los rincones y se chupaba el dedo. Sus salidas eran sólo a la escuela o al mercado, no parecía interesada en el bullicioso rebaño de niños de su edad que jugaban en la calle.

La transformación de Elena Mejías coincidió con la llegada de Juan José Bernal, el Ruiseñor, como él mismo se había apodado y como lo anunciaba un afiche que clavó en la pared de su cuarto. Los pensionistas eran en su mayoría estudiantes y empleados de alguna oscura dependencia de la administración pública. Damas y caballeros de orden, como decía su madre, quien se vanagloriaba de no aceptar a cualquiera bajo su techo, sólo personas de mérito, con una ocupación conocida, buenas costumbres, la solvencia suficiente para pagar el mes por adelantado y la disposición para acatar las reglas de la pensión, más parecidas a las de un seminario de curas que a las de un hotel. Una viuda tiene que cuidar su reputación y hacerse respetar, no quiero que mi negocio se convierta en nido de vagabundos y pervertidos, repetía con frecuencia la madre, para que nadie -- y mucho menos Elena -- pudiera olvidarlo.

El texto completo está en el site Letras Perdidas.

Ensino Fundamental